Una vez un hombre había llegado a su casa a las cinco de la madrugada, todavía borracho después de una noche de juerga. Su esposa había echado la llave, así que volvió a marcharse de juerga, y por fin volvió a su casa a las ocho de la mañana. Le dijo a su esposa que se había quedado dormido en la hamaca del jardín durante toda la noche. Cuando su esposa le dijo que habían quitado la hamaca hacía tres días, él, siguiendo los dictados de su ego, contestó: “Ésa es mi historia, y la mantengo”.
Ése es el ego en acción, fomentando una identidad falsa con mentiras y engaños si es necesario para mantener la imagen.
Algunas personas se encuentran en la senda espiritual como resultado de una vocación más que como una elección consciente. Cuando esto sucede, se da cuenta de que en lo profundo de sí mismo no se acepta como una criatura divina. Está a merced de su falso yo, que le dice que proteja una imagen ante el mundo y no quiere que usted conozca a Dios ni la verdad encarnada en ese conocimiento. Consecuentemente, usted se engaña a sí mismo para mantener ese falso yo.
A medida que domine su ego, la verdad se transformará en una placentera sensación de libertad. La verdad nos hace libres, como nos dice san Juan en el Nuevo Testamento.
La verdad le hace libre porque ya no está centrado en sí mismo ni preocupado por el tipo de imagen que está proyectando o protegiendo. De hecho, usted ya no es de este mundo a pesar de hallarse en él. Usted se identifica con el mundo que hay más allá, con lo que es eterno.
Stuart Wilde ha dicho que le hicieron falta ocho años de esfuerzos para apartarse de las mentiras y vivir la verdad absoluta. Ocho años de esfuerzos y aprender a ser independiente de la opinión de otros. Su ego no dejaba de decirle lo que otras personas creían más importante. Esto significaba que él tenía que representar una obra, pues sentía que “ellos” lo querían así.
Las mentiras que creía pequeñas o exageraciones insignificantes eran obra del ego, que le recordaba de manera constante que necesitaba protegerse dándole al mundo lo que el ego decía que ese mundo quería. ¿Por qué? Porque en el fondo, según el ego, el era monstruoso.
“A lo largo de los años, al aumentar tu energía espiritual, las mentiras pasan de constituir una parte de tu vida cotidiana a ser tristes necesidades, luego experiencias desagradables, cargas en extremo dolorosas para librarte de las cuales harás lo que sea. Si has emprendido la senda espiritual sabrás a qué me refiero... La trascendencia es en parte el proceso de pasar de la falsedad a lo real”.
Confío en que al recorrer la senda de su búsqueda espiritual tendrá una experiencia similar. La transformación se producirá en usted al tiempo que será testigo de ella y hará balance de sus experiencias personales. Comenzará a encontrar demasiado pesada incluso la más pequeña mentira. Entonces sabrá que su yo superior está venciendo al ego
Escuela Claridad.
sábado, 30 de enero de 2010
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